...si quereis bajad a mi sótano es todo un lugar de ideas, de sensaciones, de un lenguaje libre de opiniones...



sábado, 26 de febrero de 2011

26 de Febrero, Caminos

Erase una vez una niña que vivía rodeada de todo lo que uno puede desear. Tenía una casa fabulosa, una familia estupenda, unos amigos geniales… Siempre estaba alegre y contenta, vivía el día a día sin preocuparle el futuro lejano, como la mayoría de los niños. El tiempo pasó y la niña se convirtió en una mujercita. Las cosas fueron cambiando. Unos se iban, otros venían, algunos se marchaban para siempre… no le gustaba el curso de las cosas a lo largo del tiempo, quería que todo volviera a ser como antes, como cuando era niña. De repente descubrió que el lugar en el que se encontraba no era otro que el escenario de su propia vida. No se había dado cuenta de que ella era su propia guionista y directora, ella elegía como debía empezar y acabar una cosa… aunque a lo largo del tiempo averiguó que muchas veces sabes cómo empezar un capítulo nuevo pero no sabes ni el curso ni el final del camino…
PD:  Y descubrí que no es cuestión de huevos, es cuestión de orgullo, que ningún capullo va luchar lo tuyo...”

miércoles, 23 de febrero de 2011

22 de Febrero, Dulce

Era un soso y monótono día en el que no sabía que hacer. La soledad, el aburrimiento, la desgana, el frío, el color gris... habían vuelto de nuevo a por ella. Nada de esta vida le sorprendía. Pero a veces hay simples cosas que le alegran el día. En este caso el resto de la noche. Sólo bastó con escuchar una frase salida de los labios de una pequeña: "En el mundo hay muchas cosas dulces, pero por mucho azúcar que les pongas nunca podrán ser tan dulces como tu mirada". Su día se transformó por arte de magía, solo le quedaba irse a la cama con una sonrisa en los labios...

jueves, 17 de febrero de 2011

16 de Febrero, Puertas

 Había miles de puertas. Unas abiertas, otras cerradas, muchas entreabiertas, algunas cerradas con llave... Se sentía como Alicia en el país de las maravillas. Estaba algo perdida entre tanta sala y tanta puerta. Parecía que siempre estaba en el mismo escenario y no conseguía salir de aquel lugar. Entraba y salía por todas las puertas ya estuvieran abiertas, cerradas a medio abrir… aunque sobre estas últimas su actitud era vacilante en cuanto a dejarla abierta o cerrada. Las que se encontraban cerradas con llave no las tocaba para nada. Caminaba y caminaba pero nada. Al final se vio sin salida en aquel lugar lleno de salas y puertas. No sabía que debía hacer, indefensa, le temblaba todo el cuerpo. Una lágrima resbaló por su mejilla. Había cometido el error de dejar abiertas aquellas puertas que permanecían cerradas. Eso sólo era el pasado y necesitaba salir de allí. Se había quedado encerrada, todo se había escapado y volvía a por ella. Tan sólo tenía que cerrar las puertas para que otras “cosas” entraran por las que verdaderamente permanecieran abiertas…

martes, 15 de febrero de 2011

14 de Febrero, Interrogantes

Estaba sentado en el césped, con el sol tras la espalda. Al frente, la estampa de una fuente con miles de turistas haciendo fotos. Ahí estaba, intentando encontrar una respuesta a todo aquello que tenía en la cabeza. Sentía que en lugar de neuronas, tenía el cerebro plagado de signos de interrogación. “¿Por qué?” pensó, “¡Mierda! Otra pregunta”. Miles de pensamientos inherentes a todo lo que en el mundo pasaba. Miles de por qués se le venían encima. Eran demasiados y no podía con todos. Querían ser respondidos a la vez y ninguno podía esperar. Se le nubló la vista entre tanta pregunta e intentó hacerlas desaparecer, los qués, los por qués, los cuándos… pero no se marchaban. Al fin supo que no podía contestarlos todos a la vez. Cada pregunta tendría su propio momento y lugar y a la vez surgirían otras nuevas que podrían ser respondidas, o no. Pero era muy impaciente y no podía esperar, así que se levantó en busca de respuestas a esos interrogantes tan molestos…

sábado, 12 de febrero de 2011

12 de Febrero, Búsqueda

Se fue. Un día como otro cualquiera se levantó de la cama y sintió que ya no estaba. La buscó en todos los rincones de la casa, debajo de cama, entre los cojines del sofá, entre las flores que adornaban el lugar… y nada… no estaba por ninguna parte. Marchó a la calle a ver si en algún parque la encontraba, en el césped, en los frondosos árboles, en los juegos de niños… pero tampoco, ni rastro de ella. Desesperado, dejó de buscarla. Las noches y los días no eran lo mismo sin ella. Necesitaba continuar lo que había empezado, la aventura en la que se había encaminado pero no podía seguir el camino de la escritura sin ella. Un día cansado de preguntarse dónde estaba, sentía que había ideas que flotaban en su mente, inconscientemente cogió un boli y un papel y continuó aquello que había dejado congelado. Sintió que era el momento, que había vuelto, debía continuar. Fue entonces cuando se dio cuenta que no hacía falta que la buscara desesperadamente, que en el momento menos esperado era cuando surgiría de la nada y de sus manos saldrían líneas para continuar aquello que había empezado. Como hoy, era un día como hoy. Yo la he visto pasar, pero otra vez se ha marchado, no me queda otra que esperar…

martes, 8 de febrero de 2011

8 de Febrero, Click

Miró de nuevo el despertador, los números rojos del reloj chocaron en sus ojos. Eran las 4 a.m. y no podía dormir. No hacía más que revolverse entre las sábanas de un lado, de otro… y nada.  Lo único que sentía era el vacío que ella había dejado en la cama. Había pasado un año de aquel terrible accidente en el que perdió la vida. Cada vez que lo recordaba sentía como puñaladas se iban clavando en todo su cuerpo hasta que rompía a llorar pensando en ella. Así  se pasaban los días. 365 días con ese vacío al lado, con esa tristeza y esa soledad que intentaba superar cada día, pero no lo conseguía. Estaba cansado, cansado de no poder levantar cabeza, de que el mundo estuviera siempre preguntándole “ey, ¿qué tal?” por eso aquella noche pensó en acabar con toda esa miserable vida de una vez por todas. No quería preocupar más a su familia, a sus amigos, a su gente… quería estar con ella y sabía que eso no iba a poder ser. Se levantó de la cama y se vistió rápidamente. Bajó a la calle y comenzó a caminar sin rumbo. Recorrió todas y cada una de las calles por las que paseó de la mano con ella, las plazas, los bancos…hasta que llegó al lugar en el que prometieron que iban a estar el uno al lado del otro para siempre. Observó hacia los lados. No había casi gente, sólo unos cuantos borrachos que iban con la fiesta a otro lado. Miró hacia abajo. Apenas había agua, el río estaba bastante más seco que en años atrás. Murmuró algo imperceptible. Apoyó una mano, luego otra. Una pierna, la otra. Ahí estaba, subido encima del puente en el que tantas confesiones se habían hecho mutuamente. Sin vacilar comenzó a inclinarse lentamente sintiendo el viento en su cara, pero de repente una mano agarró fuertemente su tobillo diciendo “¡No!”. Era una chica y estaba llorando. Ambos se abrazaron y siguieron al unísono con sus sollozos. Se miraron. La mirada de los dos transmitía lo mismo. Tristeza, ansiedad, soledad… Ella había ido a ese lugar a lo mismo que él. Los dos querían acabar con sus vidas, querían huir de esta realidad que no podían cambiar de ninguna manera. Pero hay veces que la vida hace “click” y ese es justo el momento…

lunes, 7 de febrero de 2011

7 de Febrero, Soledad

Acaba de salir de la ducha. Las gotas de agua recorren su espalda y el denso vaho del ambiente cubre los espejos el cuarto de baño. El agua parece haber cambiado su realidad, convirtiéndola de repente en algo más vacía, carente de sentido. Envuelta en un albornoz color granate se dirige a su habitación y como siempre empieza a pensar. Se siente sola, vacía, ausente... lleva tantos días así que no le da importancia, pero hoy ya era demasiado. Sus ojos empiezan a humedecerse de lágrimas. Lágrimas sinceras, solitarias, silenciosas...ahogadas en la almohada. Soledad, eso sigue pensado...soledad es hablar consigo misma a oscuras, es pedir ayuda y tan sólo escuchar el eco retumbando en las paredes de la casa, es lo que intenta disimular cuando la miran... Es algo que odia y de lo que intenta salir como si de un circulo vicioso se tratara...

viernes, 4 de febrero de 2011

4 de Febrero, Fiesta

No hay nada mejor que salir de fiesta con los colegas. Una cena con cervecitas, sangrías, pasando por la selva de los licores varios hasta llegar al río de las copas. Hace poco eso es lo que hice, salir con unos amigos que hacía mucho no salíamos juntos. Risas varias acompañadas de chistes malos y anécdotas interminables de trabajo, siendo imprescindible intentar superarlas en cuanto a absurdo (sí, nuestros trabajos, tod@s en el mismo gremio dan para muchas anécdotas que superan con creces la realidad). Cerveza arriba, cerveza abajo, chupito va, chupito viene y alguno se cae por el camino que las facultades ya no están como al principio de la noche. Cambios de garito, cambios de gente… Conforme avanza la noche vas descubriendo cómo de arrítmicos son tus amigos bailando, sobre todo cuando has visto lo que hacen y corriendo te dicen “¿bailamos?”, por no decir que no, te tomas otra copa y acompañas a tu colega en su baile arrítmico sacado de las historias de los aborígenes somalís y que sea lo que la noche quiera. También cómo de cutres son  ligando: “Hola nena, ¿crees en el amor a primera vista o vuelvo a pasar?”, en fin… cuántas copas ajenas (y propias) tiran al suelo saliendo ilesos de la revuelta que puede llegar a formarse (he de decir que esto tiene su mérito, si no yo no estaría escribiendo estas líneas). Y que no se me olvide la cantidad de “amigos”  que pueden llegar a hacer esa noche (esto es como los Pokémon) tras su paso por la fila del excusado. Y ya cuando los madrugadores se dejan ver es hora de volver a casa. Lo mejor que te puede pasar es que te mees en el taxi oyendo la cantidad de tontadas que tus colegas (y tú obviamente) le estáis contando al taxista y el pobre trabajador por no despertaros de vuestra realidad afirma, reafirma e incluso da la razón a lo que decís. Al llegar a la puerta de casa tendrás suerte si aciertas con la llave adecuada y… ¡premio! De cabeza a la cama o a la nevera… (yo soy más de nevera)

miércoles, 2 de febrero de 2011

2 de Febrero, Que bien vives

Me “encanta” eso de tener una persona en la familia que siempre te dice: “¡Qué bien vives!”. Harta, harta… hartita estoy de oírlo… Venga ya, si llevo la vida que llevo es porque yo me lo he ganado, no le he pedido nada a nadie, ni si quiera para pagarme los estudios (una que es muy formalita y estudiosa). Me he formado para dedicarme a lo que verdaderamente me gusta, me he esforzado en mi trabajo, he hechado horas y horas para ser lo que soy. Y que te venga el/la graciosito/a de turno verde de ENVIDIA (a todo esto, ¿de qué color es la envidia?) en la típica comida familiar. Este tipo de personajillos suelen ser los típicos/as que no acabaron sus estudios (por vagos/as, doy fe de ello!) y que no les queda otra que trabajar en un oficio en el cual no están a gusto. Yo entiendo que tengas que estar en un trabajo que no te guste (ahora mismo no estamos para ser de morro fino en estos tiempos) yo también he currado en sitios de mierda para sacarme unos dinerillos… pero tío/a… ese es tu problema. Lo otro es que “mira tú que cobras tal cantidad y no te lo mereces porque no haces nada”. Esto… ¿cómo?, ¿perdóóóón???  Tu trabajo, pongamos cajera/o (respetable como cualquier otro, yo también he trabajado en ese gremio) creo que no tiene la misma responsabilidad que el mío, te recuerdo que hay salud de personas que están en mi mano… Ahí queda eso… te dejo que pienses… Pero vamos, los susodichos/as se mantienen en sus trece… nada, nada que no les entra en la cabeza eso de que uno se pueda permitir unas cosas y otros no. Pero qué le vamos a hacer… habrá que vivir con ello… Siento haberme desahogado con vosotr@s...

PD: Hoy la Ciudad del Viento, anda algo revoltosa... ¿qué le habremos hecho?

martes, 1 de febrero de 2011

1 de Febrero, Frío

Viento, frío, hielo, niebla… eso es lo que siente en su interior. Por más que se abriga siente que el frío le llega hasta los huesos. Camina por las calles y siente frío. En el trabajo siente frío. En casa siente frío. Abrigos, gorros, guantes, mantas, bufandas… se envuelve en todo ello y el frío no se marcha. Manos frías, cabeza fría, sangre fría, corazón frío… Intenta solucionarlo con una ducha bien caliente. Pero no tiene efecto. Sigue fría, helada incluso. Después de mucho tiritar, al fin se da cuenta de que en verdad no hace frío. Solo tiene que buscar algo de calor, pero no encuentra dónde, ni cuándo, ni en QUIÉN…