El otro día me contaron que la gente está muy loca (ayyy Johnny cuánto daño has hecho!!). Bueno eso no es nada novedoso, todos ustedes lo saben…la droga como diría mi madre. La cuestión es que puede ser que en un mismo día te joden el día (valga la redundancia) unas cuantas veces. Sí, hablo de todas esas personas amargadas, fatídicas, revenidas, agoreras, sombrías, infaustas, aciagas, funestas… Supongo que ya me habrán entendido. Mi día es soleado, alegre, feliz dentro de unos límites, no sé, un día normal tirando a bueno.
9 am de la mañana: vas a la parada del bus, provisional obviamente entre tanta obra, desvío y zanja. Observas que se acerca y de repente… zasca! No te ve hasta que está cien metros más adelante y decide pararse en medio de la calzada. Esto no sería un problema si la calle no fuera la salida de una carretera con tres carriles. Justo adivinan en cual se quedó el querido bus?? Yeah! En el carril de en medio. Eso no es nada, lo mejor es cuando te abre la puerta el señor autobusero (no sé si existe esta palabra en sus diccionarios, pero en el mío personal sí) y te dice a lo somardas: ¡A laaaaaaaaaa, vengaaaaaaa!!! Cual pastorraco de los montes perdidos vara en mano, boina y palillo entre los dientes. La cara que se te queda es todo un poema, bueno más bien de gilipollas. Sorteas los coches corriendo y subes al bus. Picas el viaje y te aguantas las terribles ganas de tirarle un inmenso ñordo entre los ojos. Te sientas, respiras hondo pensando que ya ha pasado el momento “te-jodo-el-día-porque-sí” y al lío.
11 am de la mañana: estás en el hospital esperando a que te hagan una radiografía, cosas rutinarias de la salud, ya saben. Después de esperar a que te llamen te meten en cuartucho de un metro cuadrado con otra puerta. Ingenua de la vida esperas ahí dentro porque hay un cartel que dice que esperes a que te llamen. Esperas. Esperas. Miras el reloj. Esperas. Esperas. Esperas. Miras de nuevo el reloj. Esperas. Espe….te vas a desmayar porque ya se te está acabando el oxígeno y decides abrir la otra puerta a ver qué pasa. Con sumo cuidado giras el pomo y lentamente sacas la cabeza y dices: Perdón, ¿se puede? Sin dejarte acabar esas tres palabras aparece una sanitaria víbora salvaje, especie en auge actualmente, y te dice: ¡¡Es que no sabes leer o queeeeé??!!!! ¬#g@j<--a]@# (improperios). De verdaaaad, es que esta juventuuuud!!!!! En ese momento no sabes si hacerte mierda encima, unirte a sus desvaríos cual caniche esquizofrénico o preguntarle si anoche le metieron un pepino amargo por el culo. Te pones el camisón, te hacen la fotillo del tórax y pa casa, que con la tontería de espere a que le llamen en este cubículo de 1mx1m ya es la hora de comer.
De vuelta a casa vas pensado en lo que te ha ocurrido y a parte de acordarte de todos sus familiares, antepasados y el as de copas no se te ocurre otra cosa que pensar: ¡Johnny, la gente está muy loca!!!
PD: “El que no tiene enemigos, no tiene patrimonio”
1 comentario:
La verdad que hay mucho h.p. y que te jode el dia por que si, quiero más.
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